Por el clima y por los costos, Córdoba pierde más tambos
A los más memoriosos les cuesta encontrar una crisis tan severa como la que atraviesa la lechería en la actualidad. “El productor está en estado de shock”, admite ante Agrovoz José Maritano, presidente de la Asociación Regional Centro (ARC), entidad que tiene a cargo el control lechero oficial de casi el 10 por ciento de los tambos cordobeses.
Con epicentro en la ciudad de Villa María y con un radio de 300 kilómetros, la asociación abarca las principales cuencas de la provincia donde, a través de un convenio con la empresa SW Agropecuaria, genera estadísticas periódicas que sirven para la toma de decisiones.
La situación de conmoción que viven los productores se debe a la conjunción de dos factores. “No sólo por la situación económica de los últimos meses, generada por el aumento de los costos, sino también por el arrastre que significó la sequía y la imposibilidad de confeccionar reservas hasta el próximo verano”, apuntó Maritano.
Menos jugadores
Los números que maneja la ARC son contundentes. En los últimos cinco años, la regional perdió el 32 por ciento de sus tambos. De los 350 relevados en 2013, el número cayó a 236 establecimientos durante el año pasado.
Dentro de la gravedad que refleja esta magnitud, lo positivo es que no todas las vacas en producción fueron a faena. De las 74.795 vacas en ordeñe que había en 2013, las existencias cayeron a 61.199 cabezas, lo que representa una merma de 18 por ciento.
“Un porcentaje se fue a capitalización de otros tambos y el resto a faena. Si bien, de manera indefectible, se va achicando el stock, se busca mantener la cantidad de litros y la producción. Por eso, la importancia del control lechero, más allá de la coyuntura”, destacó Maritano.
El esfuerzo que realizan los establecimientos que están en actividad para ser más eficientes hizo que la caída en la producción de leche en los últimos cinco años no fuera tan marcada: 15 por ciento menos.
Lo preocupante es que durante el presente año, la sangría de tambos no se detiene. “En los últimos días, en la zona de Calchín se cerraron tres tambos; uno de 1.500 litros diarios, otros de 1.800 y el restante de casi cinco mil litros de leche. Los tres por el mismo factor: la falta de comida y la imposibilidad de continuar financiando la producción, que se desarrolla a pérdida”, destacó Maritano, encargado además del establecimiento Del Valle, ubicado en Oliva.
Luego de soportar, en algunos casos, hasta tres años de inundaciones, la sequía del último verano pegó de lleno en la línea de flotación de buena parte de las empresas lecheras.
Muchas de ellas están viendo cómo las reservas se están terminando, lo que les abre un período de incertidumbre hasta enero próximo, cuando los primeros picados de maíz puedan entrar en escena. “La pregunta es cómo van a hacer para alimentar a las vacas”, se interrogó Maritano.
Precio y costo
Como si el clima no hubiera sido suficiente, la devaluación del peso en los últimos 60 días terminó por agravar el panorama lechero. Según el productor, hoy producir un litro de leche tiene un costo que ronda los ocho pesos y la industria está pagando entre 6,30 y 6,50 pesos por litro. “En los últimos tres meses aumentaron de manera significativa el costo del maíz, la soja y el combustible, mientras que el valor de la leche tuvo una recuperación que no cubre ni la mitad de esos incrementos”, comparó Maritano.
A eso se suma que, pensando en la próxima campaña forrajera, el productor tendrá que comprar la semilla de maíz con un dólar de 29 pesos, cuando en la campaña anterior lo hizo a 19 pesos.
La variación de los precios relativos es una ecuación que la ARC también sigue de cerca. Lo hace a través de la fórmula de actualización del servicio de los análisis para el control lechero. Para ese cálculo tiene en cuenta al valor del dólar, el precio de la nafta súper, el aumento de los salarios y el valor de la leche.
Entre abril y julio, la cotización del dólar oficial subió 44,12 por ciento; el precio del combustible, 8,65 por ciento, mientras que el precio del litro de leche mejoró 9,72 por ciento. El único ítem que no mostró cambios en el período es el costo salarial.
Impacto
Si bien no es lo que se aconseja, ante la suba de costos muchos tambos han decidido recortar el alimento. Por ejemplo, el suministro del expeller de soja a las vaquillonas, que suele ser muy oneroso para la estructura económica.
A juicio de Maritano, esta medida, si bien ayuda a aliviar los gastos, debilita el sistema de producción. “Hace que se retrasen los crecimientos y, por ende, los servicios y pariciones”, graficó.
Los últimos datos del control lechero muestran que las vaquillonas en promedio están pariendo a los 29 ó 30 meses. “Eso significa que el servicio que se debería dar a los 15 meses, para que puedan parir a los 24, lo reciben a los 21 meses. El resultado es que estamos perdiendo casi media lactancia de un animal, que en la vida útil es muy importante”, describió el productor.
Las estadísticas que genera la asociación también muestran que los rodeos se han ido desprendiendo de las vacas más viejas. “Es que no se bancaron el agua”, indicó Maritano, partidario de que la vaca dure en el tambo el mayor tiempo posible, ya que la reposición tiene un costo importante.
De cara al corto plazo, el titular de la ARC no avizora mejores condiciones para la actividad.
“El productor lechero es un remador por naturaleza. Ha soportado inundaciones y ahora tiene los efectos de la sequía. Pero es muy diferente afrontar el clima con reservas y otra es hacerlo como ahora, sin alimentos y costos crecientes”, resumió.
Las industrias ya han anunciado una recuperación en el precio alrededor de cinco por ciento para julio, pero hay incertidumbre para el resto del año. Los mayores interrogantes se depositan sobre los efectos de la inflación.