En Córdoba, el maíz le pone freno a la sojización
El perfil agrícola que había desarrollado Córdoba a comienzos del siglo, como una provincia productora de granos con un alto protagonismo de la soja, fue dado de baja. Los efectos de la llamada “sojización” están siendo neutralizados.
La nueva identidad agrícola de la provincia es más equilibrada y mucho más sustentable con el ambiente. ¿El responsable del cambio? Una mayor presencia de maíz en los campos.
Basta con observar la historia reciente de la agricultura en la provincia para darse cuenta de que en la actual siembra, la relación entre la cantidad de hectáreas con soja frente a la superficie con maíz va a ser la menor de los últimos 22 años, según la primera estimación del Ministerio de Agricultura de Córdoba.
En esencia, por cada dos hectáreas de soja que decidan implantar en sus lotes, los productores cordobeses incluirán una hectárea con maíz.
Desde la Bolsa de Cereales de Córdoba, incluso, se proyecta que la relación podría ser aún más baja, vista desde la soja. En ambos casos se trata de una proporción que es tres veces menor a la registrada 15 años atrás, cuando la soja llegó a golear al maíz por seis hectáreas a una.
¿Qué cambió? No es que los productores no supieran las bondades del maíz para la sustentabilidad.
Cultivo. Un lote con maíz en la zona rural de Villa María, a la vera de la ruta nacional 9 y a metros del cruce con la ruta provincial 2. Crece la apuesta por el cereal. (La Voz)
Sucede que la presión impositiva, vía retenciones a las exportaciones, y las restricciones comerciales, con impedimentos para concretar envíos que pesaron sobre el grano entre 2003 y 2015, hicieron que el maíz perdiera peso relativo en la canasta agrícola. Y no sólo en la provincia, sino también en el país, donde la distorsión entre la soja y el maíz se dio en la misma proporción.
Pero en los últimos tres años, ya sin impedimentos comerciales y sin la carga que le significaban las retenciones (ahora reinstalados, el maíz ha vuelto por lo que es suyo: una relación más equilibrada con la soja.
Cultivo. Un lote con maíz en la zona rural de Villa María, a la vera de la ruta nacional 9 y a metros del cruce con la ruta provincial 2. Crece la apuesta por el cereal. (La Voz)
Nuevo escenario
Capaz de aportar hasta el doble de kilos por hectárea sembrada, el maíz comenzó en los últimos tres años un proceso de recuperación. No solamente en cantidad de hectáreas implantadas, sino también en los márgenes económicos que deja como negocio.
“Hoy el escenario es diferente. La quita de retenciones le devolvió al productor de Córdoba su vocación de hacer maíz. Más allá de saber y de conocer que en un sistema agrícola sustentable el maíz no puede faltar”, aseguró Marcos Blanda, secretario de Agricultura provincial.
A pesar del desincentivo que tenía el cereal, Córdoba se las arregló en la última década para ser la principal provincia productora.
Su utilización como alimento para convertirlo en carne (vacuna, cerdo y pollos) y también en leche hizo que conservase su espacio, aunque la soja ganase más tierras a su favor.
Además, desde 2012, la utilización del maíz para generar energía, a través de la elaboración de bioetanol para la mezcla con la nafta, le dio incluso más aire y promovió inversiones.
Peso propio. Córdoba es la principal productora de maíz del país. (AP)
Un histórico
Hasta la década de 1970, la producción agrícola en Córdoba tenía dos fuertes jugadores: el trigo y el maíz. Por eso no resultó caprichoso que, por ejemplo, la Fiesta Nacional del Trigo, la más antigua en el país bajo esas características, se realice en Leones desde 1947.
A partir de 1880, con el auge del ferrocarril y la irrupción comercial de los buques de ultramar, la Argentina comenzó a desarrollar su modelo agrícola sustentado en el trigo y el maíz.
En 1895, los arados de dos rejas tirados por ocho caballos permitían sembrar tres hectáreas por día. De cinco millones de hectáreas a principios del siglo 20, la superficie creció a 19 millones en 1930. La producción de ambos cereales (trigo y maíz) alcanzaba en ese momento los 17 millones de toneladas.
Pero el avance de la agricultura en aquellos tiempos no fue gratuito para el suelo. Según la Asociación Argentina de Productores de Siembra Directa (Aapresid), una entidad que nuclea a productores comprometidos con el cuidado del suelo, en los primeros 100 años de agricultura el arado hizo que se perdiera la mitad de la materia orgánica en los mejores suelos del mundo.
En 1970, la incorporación de la soja en los campos cambió el sistema agrícola. La gran transformación se produjo en 1996, cuando en el país se autorizó la incorporación de la primera soja transgénica. Su uso simplificó la producción y redujo la cantidad de herbicidas utilizados para controlar las malezas en los lotes.
Fue entonces que de la mano de la siembra directa, que reemplazó al arado, la soja se convirtió en el principal cultivo y postergó al maíz, con el cual además comparte el mismo calendario productivo: se siembran a partir de septiembre y se comienzan a cosechar en febrero.
Efecto multiplicador
Más allá de la retracción que experimentó en el área sembrada entre 2003 y 2016, el maíz siempre estuvo preparado para recuperar su lugar.
Desde el punto de vista de la investigación y del desarrollo, es el grano que concentra la mayor cantidad de esfuerzos y logros por parte de los semilleros.
Ese avance le permitió convertirse en el cultivo de mayor aumento de rendimiento en los últimos 40 años.
De las 2,5 toneladas por hectárea que aportaba, en promedio, en la década de 1980, su techo se ubica hoy muy por encima de las 10 toneladas por hectárea.
“El maíz ha generado una enorme transformación en Córdoba, como motor de cambio. No sólo para elaborar proteína animal, leche o energía, sino también para dinamizar las economías del interior”, asegura Juan Cruz Molina, director del Centro Regional Córdoba del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria.
En su paso por el Ministerio de Agricultura, como secretario de del área entre 2011 y 2018, Molina tuvo a su cargo hace cinco años, la puesta en marcha del programa “Maíz Córdoba”, que tuvo por objetivo llegar a la situación actual: dos hectáreas de soja, por una de maíz.
“El logro es haber llegado a esta situación. Pero se puede ir más allá”, explicó el director del Inta. Ya hay muchos productores de Córdoba, del norte y del sur de la provincia, que tienen a la soja y al maíz en partes iguales.
Un escenario similar, pero a gran escala, lo aporta Estados Unidos. Allí, el maíz le sigue ganando la pulseada a la soja en superficie implantada.
Este año, los farmers sembraron 33,3 millones de hectáreas con maíz, contra 33,02 millones de hectáreas de la oleaginosa.
Relación: Evolución
5,98. Desbalance. En la campaña 2013/2014, se sembraron 5,9 hectáreas con soja por una con maíz en Córdoba.
2,09. Mejora. En la ciclo actual, la relación mejoró y hay 2,09 hectáreas con soja por una sembrada con maíz en la provincia.