Una disputa que lleva 70 años entre Japón y Corea del Sur puede hacer estallar el precio de los smartphones en el mundo
En medio de la guerra comercial entre los Estados Unidos y China, hay otra disputa comercial que amenaza a los mercados asiáticos. Japón ha decidido imponer restricciones comerciales sobre exportaciones a Corea del Sur, complicando el panorama económico para su país vecino y rival en el sector de tecnología. Detrás del conflicto, recrudece un viejo resentimiento por los surcoreanos obligados a trabajar para empresas japonesas durante la Segunda Guerra Mundial, algo que el gobierno japonés niega vehementemente.
La tensión entres Corea del Sur y Japón ha llegado a su pico en más de 50 años. «Las relaciones Japón-Corea del Sur están ahora en un estado muy severo«, dijo el secretario de gabinete principal de Japón, Yoshihide Suga, en una conferencia de prensa esta semana. «Nuestro país continuará instando a Corea del Sur a tomar las medidas adecuadas en función de nuestra postura constante sobre diversos temas».
Y si bien por ahora no se han sentido los efectos sobre las cadenas de valor a nivel global, muchos economistas dicen que si la disputa comercial entre estos estos dos gigantes de la tecnológica no se calma, podría haber serias consecuencias en los mercados globales einterrupciones que afectarían la producción y precios de smartphones y computadoras.
Las restricciones de químicos y semiconductores
Hace una par de semanas, Tokio anunció que impondría restricciones sobre materiales químicos básicos que adquieren compañías surcoreanas para armar semiconductores y para fabricar pantallas y chips de memoria, componentes imprescindibles de computadoras y smartphones.
La medida fue inesperada y tomó por sorpresa a las muchas compañías que dependen de la venta de semiconductores. Las principales compañías de Corea del Sur dominan completamente el mercado de semiconductores, con Samsung como su mayor exponente. Samsung provee semiconductores, un elemento que se comporta como un conductor o como un aislante dependiendo de diversos factores, a las compañías que manufacturan la mayor cantidad de smartphones del mundo: Huawei y Apple.
La medida puede representar un problema para la producción de memorias DRAM ( cuya cuota de mercado global corresponde en más de un 70% a empresas surcoreanas como Samsung y SK Hynix), y a la propia economía surcoreana, la cual depende en gran parte de la venta de semiconductores. Su exportación representa un 25% del PBI de Corea del Sur.
El gobierno surcoreano considera que las restricciones impuestas a la exportación de materiales clave para la manufactura de semiconductores a Corea del Sur puede dañar la«cadena de valor global» de las empresas tecnológicas.
En la Casa Azul, oficina ejecutiva y residencia oficial del Jefe de Estado sucoreano, Moon Jae-In, dicen que estos aranceles no ayudan en la coyuntura de la guerra comercial entre China y Estados Unidos. Estiman que el efecto de estas restricciones -si fueran mantenidas por más de unos meses- sería devastador. «Afectarán adversamente a compañías que van de Apple a Amazon, a Dell, Sony, y a miles de millones de consumidores en todo el mundo«, explicaron representantes del gobierno en Seúl, en un encuentro con periodistas extranjeros durante la semana pasada.
«La acción restrictiva sobre las exportaciones conlleva el efecto pernicioso de romper la cadena de valor global» y es «contraria», según el gobierno surcoreano, al mensaje en favor del libre comercio subrayado por los líderes del mundo, y en especial el primer ministro japonés, Shinzo Abe, reunidos en la reciente cumbre del G20 de Osaka, Japón.
Japón argumenta que ha impuesto estas restricciones porque no confía en los mecanismos de control surcoreanos para evitar que caigan en manos de terceros países, especialmente los que están bajo sanciones económicas de las Naciones Unidas. El propio Abe, en su momento, dio como ejemplo un cargamento de estos químicos provenientes de Japón que fueron encontrados en Corea del Norte hace unos meses.
Pero los funcionarios surcoreanos insistieron que «semejantes argumentos simplemente carecen de base» y el presidente surcoreano considera que la medida busca «demostrar el descontento de Japón con el veredicto del Tribunal Supremo» surcoreano de finales de 2018.
Este fallo abrió la puerta a que las empresas japonesas con presencia en Corea del Sur sean obligadas a pagar compensaciones a ciudadanos coreanos (o sus herederos)esclavizados por compañías japonesas, como Mitsubishi Motors, durante la Segunda Guerra Mundial.
La disputa por las compensaciones de la época colonial y la guerra
La colonización japonesa de Corea no fue un período estático ni monolítico, si no que abarcó etapas diferentes con políticas de mayor o menor apertura sociocultural. «A partir de 1932, con la creación del estado títere de Manchukuo, se consagra el sector militarista nipón que llevó a su país y a sus colonias al peor momento del gobierno imperial«, contó a Infobae María del Pilar Álvarez, investigadora del CONICET y profesora de historia política del Este de Asia en Universidad Torcuato Di Tella y la Universidad del Salvador.
Es dentro de este marco, aclara Álvarez, que la economía de la península se transformó en función de las necesidades de la guerra. «Esto provocó mayores inversiones en la industria pesada en el Norte de Corea, el reclutamiento «voluntario» de trabajadores para el nuevo proyecto político militar y, luego de Pearl Harbor, la movilización forzada de trabajadores. Los coreanos movilizados en esta etapa no recibieron pago por el trabajo realizado en las empresas japonesas. Por lo tanto, hace ya varios años que se realizan demandas judiciales exigiendo compensaciones económicas.»
Japón, que colonizó la península entre 1910 y 1945, sostiene que todas las compensaciones para las víctimas esclavizadas por empresas japonesas quedaron solventadas en el tratado de normalización de relaciones de 1965.
Mediante este tratado, Japón concedió cientos de millones de dólares a Corea del Sur. La compensación -USD 300 millones en ayuda económica y otros 500 millones en préstamos estatales y fideicomisos privados- fue a parar a la dictadura militar surcoreana de Park Chung-hee.
Según cuenta Álvarez, «el gobierno autoritario surcoreano de aquella época nunca entregó estas compensaciones.» Se estima que este dinero fue utilizado por el gobierno militar para financiar proyectos de infraestructura. En 2005, el gobierno surcoreano desclasificó documentos diplomáticos en los cuales se confirmaba lo declarado por Japón en múltiples oportunidades: el país vecino había pagado compensaciones, pero Corea del Sur no se las dio a las víctimas.
«Por lo tanto, la postura de Japón es que el gobierno coreano debe hacerse cargo de compensar individualmente a los damnificados mientras que Corea no toma una medida conciliatoria con su vecino dejando que las organizaciones de la sociedad civil que exigen compensaciones actúen de acuerdo a sus intereses.»
Los representantes del gobierno surcoreano subrayaron el pasado miércoles que la situación «debería resolverse a través del diálogo» y que están «abiertos a cualquier sugerencia», incluido un hipotético proceso arbitral en torno al acuerdo de 1965, aunque al mismo tiempo consideran que ese «no es el único camino» para solventar la situación.
El recrudecimiento del conflicto
A pesar de compartir un fuerte aliado común en Estados Unidos y una amenaza de seguridad en Corea del Norte, los dos países siguen divididos sobre una serie de cuestiones históricas y territoriales. Es evidente que la relación bilateral sigue afectada por el fantasma de la ocupación japonesa de la península coreana. El pasado imperial es la causa de muchas discusiones y disputas en los últimos años, especialmente desde que Moon Jae-In tomó las riendas del poder.
«La llegada de Moon al poder ha generado varias tensiones políticas con Japón relacionadas con su pasado agresor en la región.» Cabe contextualizar qué Moon llegó al poder después de la crisis política «más importante que tuvo el país desde la instauración democrática», agrega la profesora.
Se refiere al caos que genero el encarcelamiento de la ex presidenta Park Geun-hye, quien fue condenada a 24 años de prisión por su papel en la trama de corrupción de la «Rasputina» y forzó su destitución en enero de 2017.
Moon «tenía profundas diferencias ideológicas con Park sobre los dos temas más sensibles de la política exterior: las relaciones intercoreanas y las políticas de rectificación de la ocupación japonesa. Es así como, ni bien asume, logra abrir el diálogo entre las Coreas y comienza a cuestionar el Acuerdo de 2015 que supuestamente resolvía el tema de las ‘mujeres de confort'».
El término «mujeres de confort» es un eufemismo de tiempos de guerra traducido del japonés para las mujeres, la mayoría de ellas coreanas, que fueron forzadas a la prostitución y abusadas sexualmente en los burdeles militares japoneses antes y durante la Segunda Guerra Mundial.
Algunos historiadores estiman que entre 30.000 a 200.000 mujeres coreanas fueron forzadas a prostituirse durante la ocupación de Japón de 1910 a 1945, en algunos casos bajo el pretexto de un empleo o para pagar la deuda de un familiar.
La percepción de que Japón no está dispuesto a expiar su conducta en tiempos de guerra sigue siendo una fuente de tensión entre los dos países y su decisión a principios de este mes de restringir las exportaciones de materiales de alta tecnología a Corea del Sur ha llevado a una tensión diplomática cada vez más profunda.
«Moon es además un presidente alineado a los gobiernos ‘progresistas’ y comprometido en la defensa de los derechos humanos durante la transición democrática. Su trayectoria política claramente perturba a los sectores más conservadores de Japón y Corea que suelen catalogarlo despectivamente como un presidente «rojo», explica Álvarez.
«En este sentido, podríamos suponer que, más allá de las declaraciones de Shinzo Abe, la medida de restricciones a las exportaciones impuestas por Japón responden al malestar generado por las políticas en torno a la movilización forzada de personas durante la guerra.»
Precios de Smartphones
Japón produce alrededor del 90% del suministro mundial de polimida fluorado y resistente, y alrededor del 70% del fluoruro de hidrógeno, elementos necesarios para crear un semiconductor. El dominio mundial de esos productos químicos por parte de Japón dificultará que las empresas surcoreanas busquen alternativas cuando sus suministros se vean interrumpidos por las restricciones de las exportaciones de Tokio.
Incluso si logran encontrar fuentes alternativas, las compañías «pueden encontrar problemas de calidad o no obtener los suministros adecuados para cumplir con sus órdenes de producción«, según un informe de Lloyd Chan y Shigeto Nagai, economistas de la consultora Oxford Economics.
Pero el problema para un gigante como Samsung podría ser mucho más grave. Según un informe de Gartner sobre el mercado de semiconductores, «Samsung Electronics aumentó su ventaja como el proveedor de semiconductores número uno debido al auge del mercado de DRAM y actualmente el 88% de los ingresos de la compañía proviene de las ventas de memorias hechas en base a semiconductores.«
Todo esto indica que, si los aranceles se mantienen en pie, Samsung y otras compañías de Corea del Sur podrían ser seriamente afectadas de manera negativa, lo cual llevaría a unaescalada de precios de semiconductores. Esto no solo afectaría a las computadoras y smartphones de Samsung, si no que sería muy problemático para sus dos mayores clientes, Apple y Huawei.
En una entrevista con el canal CNBC, el economista Rajiv Biswas de la empresa IHS Markit, dijo que él calcula que estas compañías tienen reservas necesarias de estos químicos para mantener su suministro sin interrupciones por un tiempo, por los menos por un mes o dos.
Sin embargo, dijo Biswas, cualquier interrupción prolongada de las exportaciones japonesas de los productos químicos cruciales a Corea del Sur podría causar un déficit global en el suministro de chips de memoria y, como resultado, elevar los precios.
«Esto podría tener un efecto de contagio, y los EE.UU. y China también podrían sentir el dolor dado que ambos países dependen de los suministros de Corea del Sur«, señaló el economista. Las compañías estadounidenses de electrónica con sitios de producción tanto en ambos EE. UU. y China, como en uno de los dos países, son especialmente vulnerables, concluyó Biswas.
Pero entonces, ¿mantendrá Japón sus restricciones?
Depende de como esta disputa continúe. Por ahora, el ferviente sentimiento anti-japonés está creciendo y se está manifestando en las calles de Seúl, donde se han organizado varias protestas en frente de la embajada de Japón esta semana.
No obstante el posible caos económico, Japón parece no estar interesado en cambiar de opinión sobre sus nuevas restricciones. Después de haber ganado recientemente elecciones en la cámara superior del país, el primer ministro Abe no da señales de arrepentimiento sobre las restricciones impuestas.
«Más allá del impacto económico, las medidas tomadas refuerzan los sentimientos nacionalistas en torno al periodo colonial, las exigencias de ‘disculpas sinceras’ de los países de la región hacia Japón y el permanente descontento de sus vecinos con las declaraciones de Shinzo Abe sobre el pasado agresor de Japón», concluye Álvarez.
(Fuentes: EFE y CNBC)
Infobae