Noche de los Lápices, 45 años: Pablo Díaz pidió «juicio y castigo a los culpables»
Pablo Díaz, uno de los sobrevivientes de «La Noche de los Lápices», consideró este jueves que «es muy bueno que la memoria y el recuerdo» de los horrores de la última dictadura cívico-militar «estén en los adolescentes de todo el país», al cumplirse hoy 45 años del hecho.
«Hoy vivo una intimidad personal con respecto a haberles hecho el juramento a mis amigos de que no los iba a olvidar y de que iban a salir del Pozo de Banfield. Desde lo personal, siento calma por el hecho de haber cumplido, al margen de sus ausencias«, expuso Díaz en declaraciones a Télam.
Díaz sostuvo que esos jóvenes «soñaban con transformar la realidad desde un pensamiento crítico», y destacó la necesidad de «juicio y castigo a los culpables».
La denominada «Noche de los Lápices» ocurrió el 16 de septiembre de 1976 en la ciudad de La Plata y fue una de las acciones más conocidas de los actos de represión cometidos por la última dictadura cívico-militar argentina.
Esa noche se inició un operativo conjunto de efectivos policiales y del Batallón 601 de Ejército para capturar a nueve jóvenes que tenían entre 16 y 18 años, y en su mayoría eran integrantes de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), y reclamaban por el boleto estudiantil secundario gratuito.
En ese sentido, Díaz reclamó que se les quite el beneficio del arresto domiciliario a los represores y analizó que «tienen que tener prisión común y efectiva»: «Los crímenes de lesa humanidad son los crímenes de los crímenes. No pueden tienen arresto domiciliario», reflexionó.
Luego, analizó que el hecho de que jóvenes de todo el país conmemoren este jueves los 45 años de La Noche de los Lápices con actos, marchas y conversatorios da cuenta de «una reivindicación general de lo que ellos entablaron como líderes secundarios».
Puso de relieve también que la falta de presencialidad escolar generada por la pandemia impidió entre el año pasado y el actual que se realicen charlas en los colegios secundarios, pero destacó que de todos modos, se realizaron encuentros virtuales de todo tipo con alumnos de todo el país.
«El acompañamiento es inmenso. Uno tiene la contradicción de estar solo y la verdad es que lo virtual nos demostró todo lo contrario», señaló.
Posteriormente, se refirió a las posturas negacionistas que existen en algunos sectores y a las declaraciones de candidatos de las fuerzas de derecha que en no pocos casos reivindican la última dictadura cívico-militar.
«Debemos charlar con los jóvenes, retomar la iniciativa y contarles aquello que ocurrió. No se puede banalizar el número de los desaparecidos», opinó Díaz y contó que, cuando da charlas ante estudiantes, suele decirles: «Son 30 mil, pero supongamos que sean 9 mil, como dicen algunos medios, sigue siendo un horror».
«Les pido a los chicos que hagan el siguiente ejercicio: ‘pongan en fila a 9 mil personas y a la primera desnúdenla, pónganle picana eléctrica en la vagina o pene, viólenla tantas veces como sea posible, hasta cansarse; después péguenle un tiro en la nuca y tírenla en una fosa común'», graficó.
Así, continuó: «Les propongo imaginar que, cuando se cansen de hacer esto con las primeras cinco personas de la fila, llamen a sus hijos, a su esposa, a sus amigos para que los ayuden a hacerlo y les digo que, aún así, les faltarán 8.885 personas para hacerle lo mismo».
«Si al hacerle eso a la primera persona no sintieron horror y dolor, tenemos problemas por la decadencia moral», manifestó y relató que, en esas charlas, los jóvenes «reflexionan y tienen presente la memoria, el amor y la sensibilidad social, todas cuestiones que tienen que ver con el hombre bueno».
«La libertad es colectiva. No hay construcción de libertad individual como les quieren hacer creer hoy», prosiguió Díaz y celebró que mientras su generación tenía una «militancia clandestina», hoy la primera instancia de debate pueda estar «en la sobremesa familiar, en la que se conversa democráticamente».
El sobreviviente dijo que su historia, la de sus amigos desaparecidos y la de toda aquella generación «no es sólo la del campo de concentración, el horror o aquel hecho puntual».
«Tenemos que recuperar la memoria de los que estás ausentes, pero no nos quedemos en La Noche de los Lápices como una referencia puntual, planteemos el aniversario como los derechos de los estudiantes secundarios, pero también con las problemáticas de hoy, reivindicando las de ayer, pero teniendo siempre presente que esta es una historia de amor cotidiana», pidió Pablo Díaz.
«Hoy, en el Pozo de Banfield, se inaugura un local del Plan Fines para terminar el secundario, como para romper la instancia propia del horror, y convertirlo en futuro», finalizó.
Fuente: Télam