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Ómicron – Covid-19 versus Covid-22: qué síntomas se mantienen y cuáles cambiaron

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Aunque la pandemia tenga facha de pospandemia en Argentina, los casos de coronavirus crecieron esta semana pasada por cuarta vez consecutiva. Hay especialistas que dicen que es «prematuro» hablar del inicio de una nueva ola, pero no lo descartan. Y si ahora se escucha que «nada más te da un resfrío«, los grupos vulnerables siguen en riesgo.

En medio de contrapuntos entre lo que es y lo que parece ser —y con la guardia baja por una crisis sanitaria que ya nos «ablandó»–, las y los especialistas entrevistados por Clarín nos dan certezas desde lo más visible: Covid-19 versus «Covid-22». ¿Qué le hace hoy el virus al cuerpo?

Desde 2020, la era Wuhan del Covid, cambiaron (y mucho) los síntomas. Esta es la era de Ómicron y sus subvariantes. Mutó el huésped y cambió quien lo hospeda. Además, como no hay restricciones y casi no hay barbijo, convive con las históricas enfermedades respiratorias de invierno.

Por eso dudamos «si hay tos pero no hay fiebre», si «es el dolor de garganta pero no como una angina» y evaluamos hasta el color de los mocos.

Mientras, ya casi nadie se hisopa, hay personas inmunosuprimidas que reciben una quinta dosis en Ciudad y Provincia, el Ministerio de Salud de la Nación acaba de anunciar la vacunación Covid a partir de los 6 meses, y Pfizer y Moderna, las vacunas aclamadas por la crítica científica por su tecnología ARN mensajero, avanzan en un upgrade para las mutaciones de Ómicron.

Síntomas de ayer y (no) de hoy

En el país tenemos todas las subvariantes de Ómicron (técnicamente, sublinajes) consideradas “de interés” o “de preocupación” por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esto incluye BA.1, BA.2, BA.4, BA.5 y la BA.2.12.1.

El último informe oficial de secuenciación genómica, relevado por el Proyecto PAIS y el Instituto Malbrán, detalla que hasta el 1° de julio, cuando los casos estaban en baja, la cuarta ola era por el linaje BA.2. Pero que se había encontrado BA.2.12.1 entre el 5-26% de los casos y BA.4/BA.5 entre el 6-25%.

Esta última, BA.5, ya se tilda en el mundo como «la peor variante». No por que sea más dañina sino porque generó un incremento global de casos: 30% más sólo en 15 días.

Vale retomar la pregunta: ¿qué síntomas cambiaron (y por qué) desde 2020 hasta las subvariantes de hoy?

La Office for National Statistics (ONS), un organismo del Reino Unido que hace un análisis exhaustivo sobre un porcentaje muy amplio de los casos, desglosa las sintomatologías asociadas y cómo fueron variando en las distintas olas.

Dicen que «se reportan cada vez menos síntomas». Evaluaron el combo clásico. El que desde 2020 se combate en casa con paracetamol: tos, cansancio, dolor de cabeza, de cuerpo y de garganta.

«El síntoma de pérdida de gusto y olfato está en sus niveles más bajos desde que Ómicron es predominante (diciembre de 2021)», detalla la ONS. La tos (no se aclara si seca o no) se mantiene desde el inicio de la pandemia, seguida del dolor de garganta y dolor de cabeza. La fiebre -tan «buchona» de la infección en las olas anteriores- queda atrás de la diarrea, las náuseas, el dolor abdominal y el de cuerpo.

Datos en ese estado de «pureza», que solicitó Clarín al Ministerio de Salud de la Nación, no existen en Argentina. Los reportes semanales sólo cuentan positivos (41.735), fallecidos (76) y ocupación de camas en terapia intensiva (43,4%). Para hablar de qué se siente, hay que ir con quiénes están frente a frente con los pacientes y ven lo que ya no pasa.

«Estamos viendo menos manifestaciones de piel ahora (exantema y eritema pernio, como sabañones, que era lo menos común en las olas anteriores) y sí síntomas más altos (no en los pulmones): dolor de garganta, que pica o duele al tragar y no es angina, resfrío. Y no tanta neumonía», detalla a Clarín la infectóloga Elena Obieta, jefa del Servicio de Enfermedades Transmisibles y Emergentes de San Isidro.

Sobre ese «resfrío» del que tanto se habla con «este Covid», Obieta marca que «la fiebre se mantiene» entre los síntomas, aunque no llegue a 40°, y que hay una fascinación por el color del moco. Venga la secreción de la garganta o la nariz, aclara que «no necesariamente tiene que ser verde si es Covid. Puede ser blanco o como clara de huevo«.

Lo que define con exactitud es el hisopado, pero hasta en las clínicas más grandes, aunque no haya filas ni colapsos para testearse, se guían por «la clínica» y si hay varios síntomas compatibles sólo hisopan «por protocolo» a pacientes oncológicos o con comorbilidades.

«Es evidente que al cambiar el criterio y sólo testear a personas mayores o con comorbilidades, estamos viendo sólo una pequeña parte de lo que existe«, dice el físico e investigador de Conicet Jorge Aliaga. El sub testeo también deja sombras sobre los síntomas de hoy.

Lautaro De Vedia, infectólogo del Hospital Muñiz y ex presidente de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI), dice a Clarín que «de 50 camas en terapia que teníamos ocupadas por Covid, hoy tenemos 5».

Antes de Ómicron el 100% que las ocupaban en ese hospital no tenían ni una vacuna. Hoy hay un 60% en ese grupo. «También están quienes no tienen la vacunación incompleta o alguna comorbilidad. Pero muy pocos. Se ve poca afectación pulmonar y más resfrío, dolor de garganta. Algún dolor de oído, infrecuente».

¿Quienes venían invictos y se contagiaron ahora, la pasan peor que un reinfectado?

«Más allá de la percepción de casos individuales que nos rodean, no hay en absoluto mayor sintomatología en esta nueva ola de infecciones. En Argentina sigue predominando la BA.2 y aumentando la BA.4, aunque no tenemos todavía datos locales. Ninguna son variantes que se asocien a casos de mayor gravedad, ni la BA.4, ni a menor proporción de individuos asintomáticos», explica Jorge Geffner, investigador superior del Conicet en el Instituto de Investigaciones Biomédicas en Retrovirus y SIDA (INBIRS).

A la vez, marca que «ya es un poco difícil detectar la sintomatología de un vacunado y de un no vacunado», porque «por las sucesivas olas de Covid, posiblemente esa persona que cree que no se infectó se haya infectado», dice y pone de ejemplo los chicos en los colegios.

También detalla la falta de definiciones sobre el long Covid o Covid persistente. «Algunos hablan de que una incidencia del 30%, otros del 6% o 5%. Es una diferencia muy importante. Pero el síndrome que caracteriza al long Covid cambia según los papers. Estudiar eso en cuanto a síntomas es una asignatura pendiente», cierra el Geffner.

Cuánto cambió el huésped y cuánto quien lo hospeda

Desde la secuenciación genómica, el virólogo Humberto Debat, integrante del Proyecto PAIS, dice que el ránking de síntomas del Covid «tiene muchísimo más que ver con el hospedante que con el huésped».

Refuerza que «si bien el virus mutó (Ómicron tiene más dificultad para colonizar los pulmones)» los cambios en la sintomatología tienen más que ver con la «preinmunidad» adquirida por la población en las distintas olas. Sea por infección o por vacunas. «Hace que en futuras infecciones el cuadro sea distinto. Muchas veces, más leve«, puntúa.

Para Debat, aunque gracias a las vacunas haya una protección contra las formas graves y el fallecimiento, «es importante no eliminar la hipótesis de que es Covid porque ‘sólo tiene un resfrío y mocos’ ‘no tiene fiebre ni dolor de cabeza’El testeo es clave para la protección de los grupos de riesgo. Y testear a quienes no están en ese grupo es la forma para que no lleven el virus a quienes sí son vulnerables». Esto es así desde el inicio de la pandemia.

clarin

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