Investigan en Villa María la leche de burra, para quienes tienen alergia a la proteína de vaca
Un equipo de investigadores del Instituto de Ciencias Básicas y Aplicadas de la Universidad Nacional de Villa María (UNVM) obtuvo más de 51 millones de pesos para desarrollar productos de leche de burra como alternativa de consumo para las personas con alergia a la proteína de la leche de vaca (APLV).
Es una iniciativa respaldada por el Fondo Argentino Sectorial (Fonarsec) y se lleva a cabo en colaboración con la empresa CARD Solutions, y en conjunto con la Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC) y la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).
El equipo de investigación villamariense está compuesto por docentes y becarios del Instituto Multidisciplinario de Investigación y Transferencia Agroalimentaria y Biotecnológica de la UNVM. Alejandro Lespinard es el docente investigador y director de la iniciativa, y completan Leandro Arnolfo, Tomás Gill, Milagros Mercatante y Emiliano Badin.
Para la decana del Instituto de Básicas, Carolina Morgante, este proyecto “marcará un hito” en el ámbito científico-académico de la universidad villamariense.
LECHE DE BURRA EN DOS NUEVOS FORMATOS
El grupo viene trabajando en laboratorios durante los últimos meses, enfocándose en el desarrollo e industrialización de un alimento hipoalergénico a base de leche de burra.
La inversión les permitirá adquirir equipamiento de alta tecnología y llevar a cabo su proyecto en un plazo de tres años. Esto implica el montaje, en una planta industrial ya existente en el campus, de una línea de deshidratado para extender el plazo de conservación a 18 meses.
Actualmente, como la leche de burra permite ser congelada, se llega a conservar hasta seis meses. Este es un proyecto que ya está disponible.
El próximo objetivo es perfeccionar un sistema de industrialización y enriquecimiento de la leche de burra para consumo humano.
Como resultado de esta investigación se espera obtener dos productos: leche de burra 100 por ciento natural, pasteurizada y liofilizada, y una opción enriquecida con ácidos grasos naturales, también pasteurizada y liofilizada, especialmente dirigida a lactantes de menos de un año de vida, diagnosticados con APLV.
Según el investigador a cargo, Alejandro Lespinard, se estima que en Argentina nacen aproximadamente 15 mil niños cada año con APLV, desarrollando la patología hasta los 18 meses de edad, excepto un 15% que permanece alérgico de por vida.
Este es un diagnóstico diferente a quienes tienen alergia a la lactosa.
Actualmente, el tratamiento estándar para alergia a la proteína de la leche de vaca implica eliminar los productos lácteos de la dieta o sustituirlos por fórmulas comerciales costosas.
Esta investigación busca proporcionar una alternativa más accesible para la población afectada.
UN TAMBO CON 200 BURRAS
La materia prima se obtiene de un tambo de la zona, situado dentro de la estancia Yucat, en el que 200 burras son ordeñadas diariamente en otro proyecto conjunto entre la misma empresa y la Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC).
Lespinard explicó ante la consulta de La Voz que, a diferencia de la vaca, una burra produce medio litro de leche por día promedio, pero por su composición química es muy similar a la leche humana materna.
“Tiene proteínas muy sensibles que hay que saber cuidar en el procesamiento”, agregó.
Otra diferencia con la leche de vaca, es que la de burra tiene componentes muy sensibles. La liofilización es un proceso de deshidratación en condiciones más suaves que el convencional para lograr la leche en polvo vacuna, y permite conservar las propiedades originales, según amplió.
Dijo también que otro aspecto a investigar es la incorporación de ácidos grasos, que es un limitante que tiene la leche de burra para ser destinada a niños y niñas de hasta seis meses de edad, ya que debe cumplir con ese requerimiento energético.
El tratamiento para lactantes con alergia a la proteína de la leche de vaca es con el suministro de productos importados de alto costo, “y que a veces produce rechazo por su mal sabor. La leche de burra, en cambio, tiene un sabor dulce y agradable”, comparó el investigador.
Las universidades tienen como objetivo poner en el mercado esos productos, cumpliendo con los requerimientos establecidos por el Ministerio de Salud en relación a las fórmulas alimentarias y leche medicamentosa, tanto en formato líquido como en polvo.
LA VOZ