Debate áspero con acusaciones cruzadas que opacaron las propuestas
El segundo encuentro entre los cincos postulantes presidenciales no se pareció al debate de la semana pasada en Santiago del Estero. El salón de actos de la Facultad de Derecho de la UBA ofreció dos horas en las que los candidatos, acaso tomando nota de la anterior perfomance, expusieron mayor agresividad para lograr diferenciarse entre sí y se mostraron dispuestos a tratarse de mentirosos unos a los otros. De los cinco, solo los dos que el próximo 22 accedan a un eventual balotaje deberán enfrentar otro debate presidencial.
Las diferencias fueron notables ya antes de ingresar al edificio: esta vez hubo un celoso dispositivo de seguridad a cargo de Gendarmería nacional, que valló el área a varias cuadras a la redonda. Los invitados (igual la prensa) debieron atravesar un scanner como en los aeropuertos.
El aplauso final sostenido acaso haya reflejado el desahogo para quienes ocuparon una butaca en el auditorio. Las reglas impedían gritos y risas y obligaron a permanecer en silencio. Pero las chicanas cruzadas, a veces virulentas, arrancaron murmullos que obligaron al periodista Marcelo Bonelli, uno de los cuatro moderadores de la noche, a pedir silencio.
El ingreso a escena fue por sorteo, igual que los turnos de exposición. Entró Sergio Massa, seguido por Myriam Bregman, Javier Milei, Patricia Bullrich y Juan Schiaretti. El candidato de La Libertad Avanza quedó en el centro.
Los cinco candidatos en el breve espacio de presentación aludieron al conflicto en Medio Oriente. Massa, Schiaretti, Bullrich y Milei manifestaron su repudio al “ataque terrorista a Israel” (expresión usada por Milei). Bregman se solidarizó con las víctimas civiles del conflicto y condenó “las políticas represivas del Estado de Israel”.
El debate abrió con el tema Seguridad. Bullrich procuró demostrar que la gripe que la aquejó en Santiago del Estero era cosa del pasado, y arrancó con un tono enérgico que mantuvo durante las dos horas, ímpetu que a veces opacó las propuestas que apenas llegó a insinuar. En su primera intervención, la candidata de Juntos por el Cambio cargó contra el kirchnerismo (“liberaron presos”) y contra Milei (“propone liberar el uso de armas”).
Este primer segmento fue la muestra del tono que marcaría al debate. Bullrich recibió cuatro réplicas. Bregman le dijo que cuando fue ministra de Seguridad “se sacó fotos por secuestrar 25 porros; literal”. “Bullrich vuelve a mentir como lo hizo la otra vez”, le dijo Milei. Massa le devolvió que en 2019, durante la presidencia macrista, se liberaron 19 mil presos, contra 9 mil en el 2020, en la gestión de Alberto Fernández.
Schiaretti aprovechó para dejar su primera propuesta: la creación de una fuerza antinarcóticos, federal, con 15 mil efectivos. Más adelante, Massa apuntó una idea similar, con “un FBI” a instalarse en Rosario.
Bullrich, en un afán por polarizar con el candidato de Unión por la Patria, hizo varias referencias al affaire Insaurralde. “¿Quién te hace los números, Insaurralde?”, le tiró a Massa por las cifras que dio sobre reducción del crimen en Tigre. La candidata de Juntos, casi al final, volvió a poner en valor “los bolsos de López, los hoteles de Cristina y el yate de Insaurralde”, como impedimentos para “el desarrollo humano” (otro tema del debate) del país. “¿Cuándo van a dejar de afanar?”, le preguntó a Massa, quien le respondió que él le había pedido la renuncia a Insaurralde. Para replicar: “vos nunca le pediste la renuncia a Milman”, en referencia a Gerardo Milman, quien sigue como diputado nacional pese las irregularidades en las contrataciones en su despacho legislativo.
Milei, previsible, cargó contra el ex juez Zaffaroni, como la clave de los males de la inseguridad. “Milei, tu lista está llena de chorros”, le tiró Bullrich, en una de sus frases provocadoras. “Montonera asesina”, la calificó el libertario.
Tras el corte de diez minutos, los candidatos volvieron a escena. “Faltan 40 segundos”, dijo el director de cámaras. Solo Schiaretti faltaba, para aparecer inmediatamente caminando a paso lento y despreocupado.
El candidato de Hacemos por Nuestro País insistió con el modelo de gestión de Córdoba. Pero a las propuestas que logró exponer, le agregó contrapuntos con Massa, Milei y Bullrich. Con Massa, pese a que éste lo llamó “querido”, por dos veces lo corrió para que reconociera los incumplimientos del gobierno nacional con los aportes para las cajas jubilatorias. Schiaretti hizo una sola mención a Insaurralde. Milei y Bregman, ninguna.
En el capítulo de “los candidatos se preguntan”, Schiaretti recibió dos centros: Bullrich le preguntó qué opinaba de la dolarización y Milei le preguntó si eliminaría las retenciones, una propuesta muy repetida por el gobernador cordobés en la campaña, que, con gustó, reiteró por enésima vez.
Bullrich propuso bajar la edad de imputabilidad a los 14 años; Bregman le dijo que si seguía así, iban a alcanzar “a chicos de jardines de infantes”. Massa le dijo a Milei que dejara de faltarle el respeto a las mujeres. Bullrich le dijo a Massa que no necesitaba que la defendieran.
“(Friedrich August von) Hayek decía: ‘Si los socialistas supieran de economía no serían socialistas’,” chicaneó Milei a Bregman. Schiaretti levantó un murmullo generalizado en la platea cuando dijo que “Sergio Massa hablando de producción y empleo es un fetiche”, para rematar: “Las reservas del Banco Central están -10, como en el chinchón”.
El debate terminó y los colaboradores se lanzaron a conversar con la prensa. En el hall de entrada, cada grupo festejó con abrazos y dándose palmadas triunfalistas. Ahora los candidatos tienen por delante casi dos semanas de campaña, antes de entrar a la vigilia del domingo 22.
LA VOZ