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La Provincia de Córdoba tiene población, municipios y gobierno provincial empobrecidos

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“No miren el riesgo país para ver cómo está la economía: miren la realidad”. Eso dijo el viernes en la Bolsa de Comercio de Córdoba el ministro Luis Caputo. Hablaba ante un selecto auditorio empresario que en abrumadora mayoría respalda el ajuste implementado por Javier Milei. Pero cuando dijo “miren la realidad” abundaron los gestos irónicos entre los comensales.

La realidad a la que se refería el ministro de Economía es la que muestra que la inflación redujo fuertemente su ritmo: el 4% de julio es el número más bajo de la era Milei. Caputo reiteró que el país ya no emite, destacó el equilibrio fiscal –aunque julio fue el primer mes con déficit, por el pago de intereses de la deuda– y sostuvo que se tomaron todas las medidas necesarias para controlar los precios, incluido el “enfriamiento” de la economía. También aseguró que esa caída tocó fondo entre abril y mayo, que hay sectores que ya comenzaron a crecer y que el ritmo de la recuperación “va a sorprender”.

El ministro de Macri y de Milei cosechó varios aplausos dentro del auditorio de la Bolsa. Pero afuera de ese recinto, mirar la realidad es otra cosa. Y lo que se observa siguen siendo las durísimas consecuencias de la caída: el incesante agravamiento de todas las variables sociales, a niveles alarmantes. En la zona céntrica de Córdoba viven en la calle 151 personas, además de las 605 que aloja el municipio en distintos albergues, y otros varios centenares que pernoctan en refugios de distintas ONG.

En lo que va del año, la Municipalidad de Córdoba intervino en más de 800 casos para evitar desalojos de familias completas, asumiendo el pago temporario del alquiler. De más está decir que la mayoría de los desalojos no se evitaron: el crecimiento de las villas miseria se observa a simple vista desde la avenida de Circunvalación y es una constante en decenas de barrios capitalinos donde resurgen ollas populares y también empeoran sin pausa los índices delictivos.

Nada que no se pueda inferir de la estadística: en el Gran Córdoba, la pobreza pasó del 36,7% al 51% entre el primer trimestre de 2023 y el primer trimestre de este año. Es un crecimiento explosivo: 14,3 puntos en 12 meses.

Según los datos de la Universidad Torcuato Di Tella –sobre la base de la Encuesta Permanente de Hogares del Indec–, en el Gran Córdoba lo peor fue que se triplicó la población indigente: en un año, pasó del 5,4 al 17,1%. Las cifras corresponden a marzo pasado, pero en el municipio capitalino sostienen que en lo que va del año, en ningún momento paró de crecer la demanda de asistencia y que los pedidos de ayuda alimentaria se amplían a sectores menos vulnerables de los que históricamente eran asistidos. “Pobreza de pandemia”, sintetizan.

En la provincia tampoco observan indicios de que la situación social comience a descomprimirse. Todos los programas de Desarrollo Social son más demandados: Paicor, Salas Cuna, la entrega de leche, la tarjeta alimentaria para quienes no reciben la ayuda nacional y el boleto educativo gratuito. También crecen los pedidos de los municipios, el primer lugar al que concurren los vecinos.

Ahora en Córdoba también sube la preocupación por el empleo. La provincia es especialmente sensible a la caída de actividad privada y en el Gobierno temen que en ese frente la situación igualmente se asemeje a la pandemia. Mañana lanzan un programa de empleo para la reincoporación de personas de entre 26 y 45 años. Después se reeditará el PPP para los más jóvenes.

Estados empobrecidos

Se empobreció la población y, en simultáneo, se empobrecieron la Provincia y los municipios, cuyos ingresos vienen cayendo sin pausa en términos reales, porque la coparticipación es menor y porque también cayó la recaudación propia, por la menor actividad económica. Además, los frentistas dejan de pagar los impuestos patrimoniales, en especial en los municipios, donde la mora crece de modo estrepitoso.

Al mismo tiempo, la Nación se retiró de frentes estratégicos. Dejó de entregar comida, cortó por completo los envíos para obra pública, quitó una parte sustancial de los subsidios al gas y la electricidad, eliminó los subsidios al transporte del interior y hasta cortó de modo unilateral los fondos que por ley debe enviar para el pago de las jubilaciones provinciales.

Un análisis del gasto nacional del primer semestre, realizado por el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf), da cuenta de que los ajustes más severos de la gestión Milei se produjeron en las partidas que van a las provincias. El rubro “transferencias de capital a provincias” cayó 95% interanual; el rubro transferencias corrientes a provincias cayó 76%, y la “inversión real directa” (obras) lo hizo un 71,3%.

Uno de los objetivos de la política libertaria era revertir la ecuación que mostraba provincias superavitarias y un Estado nacional quebrado: eso ya ocurrió en numerosas provincias. En Córdoba todavía no, pero las complicaciones que enfrenta la administración de Martín Llaryora son crecientes. En cada municipio se agudizan también las restricciones.

Pese a eso, el peronismo cordobés mantiene su tácito aval al ajuste de Milei. Sólo levanta el dedo frente al corte de los envíos a la Caja de Jubilaciones, pero ni siquiera en ese frente donde la Nación acumula una deuda de casi 450 mil millones de pesos hay demasiada enjundia en los reclamos. Poco queda de las posturas aguerridas que supieron exhibir José Manuel de la Sota y Juan Schiaretti cuando gobernaba el kirchnerismo en cualquiera de sus variantes.

Ni siquiera se escuchó un reclamo firme por la Caja cuando el viernes Caputo visitó a Llaryora en el Panal. El ministro sigue ofreciendo a Córdoba las mismas facilidades que Schiaretti tuvo durante la gestión Macri: avales para más endeudamiento. No hay restricción en ese frente. Para todo lo demás, “paciencia”.

En el entorno de Llaryora sostienen que todavía no están dadas las condiciones para reclamos más aguerridos, ni siquiera en el frente previsional. Como siempre en el Panal, la clave está en las encuestas: la imagen de Llaryora mejora de manera paulatina desde la abrupta caída que tuvo en febrero, cuando Milei lo puso en el blanco de todos sus ataques. Por el contrario, la imagen presidencial empieza a ceder también en Córdoba, donde hasta ahora se había mantenido incólume: es el dato central de esa realidad paralela que define casi todo en política.

LA VOZ

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