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Advierten por el fuerte déficit de cuatro nutrientes esenciales en niños de entre 4 y 12 años

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Si se piensa en una dieta saludable, el primer adjetivo que viene a la mente no es «diversa». Pero en el mundo de la nutrición, la variedad es todo. Mucho más en la niñez y la adolescencia.

Cuanto mayor sea la diversidad de alimentos consumidos, mejor será la cobertura de nutrientes esenciales y, a la vez, menor la posibilidad de exceso en nutrientes críticos, como azúcar y sodio.

Teniendo en cuenta esa base para el comer bien, que en muy pocas mesas argentinas responde al «qué comemos hoy» durante la crianza, el Centro de Estudios sobre Políticas y Economía de la Alimentación (Cepea) dio a conocer este martes los resultados de un estudio sobre los datos de la Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (2018/2019).

Las conclusiones son preocupantes.

Más de 3 de cada 4 niños y niñas no alcanzan la ingesta recomendada de vitamina D y calcio, además de haber padecido deficiencias importantes en los primeros años de vida en ácidos grasos omega 3 y hierro. También se ven carencias en vitaminas A y C y la escasez en la ingesta de fibra es casi total: del 97%.

En gran medida esto se da porque 6 de cada 10 niños de entre 4 y 12 años presentan una alimentación poco diversa y en la que más de 30% de la energía proviene de alimentos de baja calidad nutricional.

«Los alimentos de buena calidad nutricional deberían representar holgadamente más del 60% de la dieta total, y los de baja calidad, no más del 13%, incluso cuanto menor sea su presencia, mejor será la calidad de la dieta», explica a Clarín Sergio Britos, nutricionista, investigador y director de Cepea..

La realidad de quienes tienen entre 4 y 12 años en Argentina dista mucho de ser la recomendada por los especialistas: del total de los alimentos consumidos, solo un 31,5% son de buena calidad nutricional, una cifra similar ocupan los de calidad media, mientras que el 37% de lo que ingiere diariamente un niño corresponde a productos con baja calidad nutricional.

«Eso explica las deficiencias alarmantes de nutrientes esenciales, como que 6 de cada 10 (62% para el segmento de 4 a 8 años y 63% para el de 9 a 12) presentan una alimentación monótona», sigue.

6 de cada 10 chicos argentinos tienen una alimentación monótona. Foto Shutterstock.6 de cada 10 chicos argentinos tienen una alimentación monótona. Foto Shutterstock.

Estos resultados preliminares de la investigación se conocieron en la presentación oficial de Profeni (Profesionales Expertos en Nutrición Infantil), un grupo de trabajo que nuclea a destacados especialistas abocados al estudio de la nutrición infantil.

«Datos más recientes no hay pero todos los indicadores sociales y de precios de alimentos han empeorado, por lo que la hipótesis es que seguramente eso se habrá traducido en peor calidad de dieta y más monotonía», dijo a Clarín Britos. «Por ejemplo, el precio promedio de los alimentos más excedentarios en la dieta en ese periodo (principios de 2018 – agosto 2024) aumentó un 3.850% y los de alimentos deficitarios casi 5.000%«.

¿Qué pasa con la falta de estos nutrientes en los chicos?

La vitamina D y el calcio están muy relacionados con la salud ósea y un crecimiento (óseo) normal, con una adecuada fortaleza de los huesos, menos propensos a lesiones.

«La carencia grave de vitamina D produce raquitismo; sin embargo, en años recientes se está estudiando mucho más profundamente el rol de esta vitamina y se relaciona con múltiples problemas más, como trastornos autoinmunes, enfermedades infecciosas, cardiovasculares, algunos cánceres, diabetes tipo 2 y trastornos neurológicos«, dice Britos.

Además de la densidad ósea, en edades pediátricas el déficit se relaciona en particular con insulinorresistencia, síndrome metabólico, infecciones del tracto respiratorio, asma y enfermedades autoinmunes.

El calcio, por su parte, tiene funciones tanto en la formación y densidad ósea como «también en la contracción muscular o un buen funcionamiento del sistema nervioso; además de tener (el calcio) un efecto protector de la hipertensión«.

Las vitaminas A y C, describe el nutricionista, están muy vinculadas con la inmunidad y la protección frente a enfermedades infeccionas, «y en el caso particular de la A, tiene un rol esencial en la visión nocturna».

En la vida adulta, ¿se pueden compensar el déficit de nutrientes esenciales de la niñez? «Todo se puede recuperar, pero los efectos que producen cuando las deficiencias se mantienen en el tiempo o se hacen graves, generan problemas de salud y, cuando se suman, cuando persisten en el tiempo, afectan la calidad de vida y la salud en su conjunto», advierte el experto.

¿Cómo se mide la diversidad de una dieta?

Se basan en la combinación de distintos grupos de alimentos que se consideran trazadores de una buena calidad nutricional.

En esta investigación se utilizó el método propuesto por la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que consiste en agruparlos en 10 grupos y analizar, en este caso en los niños/as encuestados, la cantidad de alimentos de cada grupo consumidos.

“El umbral de diversidad en esa escala de 10 grupos es 5 (menos de 5 es indicativo de una dieta poco diversa y 5 o más refleja una variada). Ese umbral es superado solo por un tercio de los niños/as y más aún, solo el 14% combinaron 6 o más grupos de alimentos”, afirma Britos.

María Elena Torresani, directora de la Especialización en Obesidad de la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino de Tucumán y docente de la carrera de Nutrición de la Universidad Favaloro, dice que esto se debe a «mayores exigencias laborales y menos tiempo para la preparación de las comidas, lo que contribuye a soluciones rápidas que no ofrecen los nutrientes para acompañar el crecimiento”.

Los 5 rasgos dietarios que es necesario cambiar en Argentina

Luego de analizar los datos del relevamiento, los especialistas de Profeni coincidieron en cinco rasgos dietarios que deben movilizar acciones decididas en política nutricional.

1- Resignificar la presencia y consumo frecuente y adecuado de alimentos de origen vegetal (legumbres, granos y cereales integrales, hortalizas, frutas y frutos secos).

2- Privilegiar como buenas fuentes proteicas a legumbres, yogur y leche y huevo.

3- Asegurar el consumo recomendado de lácteos como fuente relevante de los nutrientes más deficitarios, en especial el consumo de yogur por su condición de alimento fermentado. Tres porciones diarias contrarrestan el elevado déficit de vitamina D.

4- Disminuir el exceso de azúcar, pero en especial bajo la forma de azúcar agregado en infusiones y preparaciones hogareñas, bebidas azucaradas y galletitas dulces y facturas.

5- Moderar los consumos excesivos de alimentos feculentos (verduras o frutas ricas en hidratos de carbono y cereales) y de carnes (en la actualidad la carne de pollo presenta niveles de consumo prácticamente equivalentes a los de carne vacuna).

La «mini-dieta», nada diversa

Otro de los datos que aporta el relevamiento de Cepea es que los alimentos que integran la dieta de los niños argentinos, en promedio, no superan los 35 más representativos.

Entre los más consumidos en el grupo de buena calidad se destacan la leche en sus diversas formas, milanesa de pollo rebozada, papa, huevo, pollo, banana, tomate, cebolla, manzana, naranja y zanahoria.

Entre los de calidad media aparecen el pan, fideos, arroz, yogur endulzado, pizza, carne vacuna, galletitas crackers, milanesa de carne vacuna rebozada y quesos.

En el grupo de baja calidad, están los compuestos por azúcar en preparaciones hogareñas, gaseosas y jugos, galletitas dulces, bizcochos salados, salchichas, tapas de hojaldre, mayonesa, manteca, helados, hamburguesas comerciales, facturas y alfajores.

CLARIN

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