Los chicos son, en la infancia, profundos observadores de sus mayores, se inculturan a partir de los seres significativos de su entorno, sus padres especialmente. Su lenguaje revela muy claramente esta influencia. Suelen repetir muchas frases textuales de sus padres, abuelos y hermanos. Pero el aprendizaje que realizan no se limita al lenguaje. Observan e imitan comportamientos, gustos y reacciones. Aprenden de su ejemplo, más de sus acciones que de sus dichos. También, a medida que crecen, descubren sus contradicciones. Pero siempre su influencia los marca, en sus valores y hábitos, desde los más simples a los más complejos. Los padres educan a sus hijos con su ejemplo en todos los aspectos. También en su modo de moverse y convivir en el tránsito.
Las investigaciones lo confirman. Estudios estadounidenses han demostrado que los hijos de padres conductores reincidentes en faltas graves de tránsito, tales como conducir alcoholizados o con exceso de velocidad y que han protagonizado repetidos siniestros de tránsito, suelen replicar estas actitudes y comportamientos.
Si los padres son el principal modelo de conducta en el tránsito para los hijos. ¿Qué puede aportar la educación vial en la escuela?
Posibilitará a los niños y jóvenes comprender su rol en el sistema del tránsito y lo que es moverse seguros y convivir en el espacio compartido de la vía pública, motivando en ellos actitudes y comportamientos seguros y les permitirá darse cuenta y reclamarles a sus padres si no respetan las normas. Luchemos por la Vida ha recibido comentarios de padres impactados por las reacciones de sus hijos luego de participar de talleres educativos brindados por la asociación en la escuela.
Sin embargo, si ese papá o mamá observado vuelve a reincidir en su comportamiento riesgoso, porque no comprende los riesgos de su accionar y no es detenido por ninguna autoridad, es muy posible que el mal ejemplo prime en la formación del niño, quien desechará las enseñanzas recibidas en la escuela. Por ello es importante, brindar educación vial a los niños y adolescentes y controlar y sancionar a los adultos transgresores de las normas, reafirmando el sentido y valor de la Ley como instrumento para el cuidado de la vida de todos.
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