Tras 40 días de estrés en Córdoba, la ocupación de camas bajó hasta el 50%
l 21 de mayo pasado, el 49,5 por ciento de las camas hospitalarias de Córdoba estaban ocupadas por pacientes con Covid-19 (1.636 pacientes). Fue el día previo al inicio del confinamiento nacional de nueve días.
Tuvieron que pasar 42 días, hasta el viernes pasado, para que la provincia vuelva a registrar una ocupación por debajo del 50 por ciento. Durante todo ese tiempo el sistema de salud estuvo al límite.
Cabe recordar que este porcentaje de ocupación que informa la Provincia no incluye a los internados por otras patologías. Por ello, en muchas clínicas privadas y hospitales públicos la ocupación real por momentos fue del 100 por ciento.
Entre el 4 y el 16 de junio el porcentaje se mantuvo por encima del 80 por ciento, con un pico de 87,9 por ciento el 13 de junio, cuando casi se superan los tres mil internados por Covid-19 simultáneamente.
El viernes pasado Córdoba registro un 49,7 por ciento de ocupación de camas. Este lunes la cifra era del 50,7 por ciento.
El descenso comenzó paulatino en el inicio de la segunda quincena de junio y se aceleró en los últimos días del mes pasado y en el inicio de julio. El 27 de junio había 2.747 internados con Covid-19. Este lunes eran 1.864, es decir, 883 pacientes menos en apenas ocho días.
¿A qué se debe este descenso acelerado de las internaciones? Los expertos lo atribuyen principalmente al impacto de las restricciones.
EFECTO
Juan Pablo Caeiro, jefe de Infectología del Hospital Privado, cree que la baja en la ocupación de camas se debe a una combinación de factores, entre las que señala el impacto de las restricciones en la cantidad de casos y la cantidad de fallecidos que lamentablemente desocupan camas.
“Lo exponencial es para peor, pero también para mejor. Es decir cuando suben los casos repercute en las internaciones, pero también ocurre lo contrario”, detalla Caeiro.
Andrés de León, presidente del Consejo de Médicos de Córdoba, coincide: “El descenso de la ocupación se debe a que estamos viendo el efecto de las medidas que se tomaron en los últimos 20 días. Al bajar la cantidad de contagios, la cantidad de internaciones baja, mientras tanto también se van desocupando camas por pacientes que mueren o se recuperan. Se reducen los ingresos y aumentan los egresos”.
Miguel Díaz, director del Hospital Rawson, apunta como factor principal las restricciones. “Es evidente que las restricciones hacen lo suyo, a pesar de que no se cumplen del todo”. El infectólogo aclara que en el Rawson la ocupación sigue siendo alta por ser la institución de referencia.
EVOLUCIÓN DEL PACIENTE
El descenso brusco de la ocupación de camas que comenzó el 27 de junio “copia” la reducción de casos notificados que comenzó a observarse 19 días antes, el 8 de junio. Y esta baja en los casos se atribuye al confinamiento desde fines de mayo.
¿Por qué con tanto delay? Por lo general, una persona demora tres a cuatro días en hisoparse desde el inicio de síntomas. Y, si el cuadro se complica, termina internado al quinto día del inicio de los síntomas. En Córdoba, el tiempo promedio de internación son 11 días. La muerte ocurre, en promedio, al 15º día desde el inicio de los síntomas si el paciente no logra recuperarse.
“La baja de casos por fecha de inicio de síntomas impactó en una baja en las internaciones 20 días después. Y pasan entre 10 a 15 días más hasta que se observa una baja en los fallecidos”. explica Jorge Aliaga, investigador del Conicet y referente en el seguimiento estadístico de la pandemia en Argentina.
Las personas, en especial los jóvenes, tardan varios días en hisoparse, a pesar de que ya tienen síntomas. Este primer paso es clave. Un diagnóstico precoz puede evitar la internación ya que permite intervenciones prehospitalarias como la administración de plasma, remdesivir o suero equino hiperinmune en etapas tempranas, cuando son más efectivas.
“Se sigue muriendo gente y gente más joven, ya que el promedio de edad de los pacientes internados es más bajo que en olas anteriores. Pero además la población de más de 60 años recibió al menos una dosis de vacuna y otros ya tuvieron la enfermedad por lo que se presentan menos cuadros graves entre ellos”, explica Díaz.
TRATAMIENTOS Y EXPERIENCIA
Caeiro cree también que hay una mejoría en las terapias, aunque ningún tratamiento ha hecho gran diferencia. Al mejor uso de la dexametasona y la oxigenoterapia, en esta segunda ola se agregaron el remdesivir y el tocilizumab, que mejoran algo el pronóstico del pacientes y reducen los días que están internados, asegura el infectólogo.
En tanto, De León aclara que el índice de mortalidad es inferior al del año pasado. “Muere menos gente por Covid-19 que en la primera ola. Se recuperan más pacientes porque los internados son más jóvenes y tienen más chances de zafar. Pero también se fue ganando experiencia en las terapias”, explica.
La experticia del equipo de salud en la asistencia ha influido, asegura Díaz. “El mejor manejo de la enfermedad, la asistencia precoz, insistir con la línea de tiempo de la enfermedad para una atención prehospitalaria, también ayudaron”, explica.
LA VOZ